Compadezco aquellas personas
que al creer que lo han perdido todo,
se esclavizan y encadenan a una ilusión,
se engañan a si mismos
diciéndose que es lo mejor que pudo haberles ocurrido,
y sufren en silencio el transcurrir del tiempo,
la espera de un milagro que no se atreven a pedir,
un milagro que los libere de esa condena autoinflingida
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