lunes, enero 30, 2006

No te ha pasado que...

Existe algo en tu pasado
que era lo más espectacular del mundo
y ya no lo es?,
por ejemplo una fruta...


Cuando era niña e iba de visita a casa de mis abuelos en vacaciones no podía dejar de comer mangos, me encantaba sentarme en el piso del gran patio y pedirle a los niños de esa gran casona que me regalaran esos deliciosos mangos que se veían en lo alto de los árboles tan provocativos e inalcanzables por mi condición de frágil mujer.

En mi familia -y muchas otras- subirte a un árbol siendo niña no se ve muy bien, eso se deja para los niños; aunque debido a factores como el tiempo, la necesidad de diversión y la escasez de amiguitas poco fue el tiempo que viví dependiendo de los niños para lograr mi objetivo... si, aprendí las artes de malabarismo como el más experto de aquellos niños, pues no quería deberle favores a estos principitos, pero esto ya es otra historia...

Luego de la muerte de mi abuelo, perdí la costumbre de viajar al pueblo, aunque siempre he extrañado la paz y tranquilidad que viví en ese lugar, no tuve excesos pero tenía lo que necesitaba, libertad, amistad, amor y la naturaleza me rodeaba. Todo eso lo perdí al no tener más razones para visitar ese lugar, puedo decir que perdí todo contacto con mi infancia y que desde entonces me hace feliz cualquier cosa que me recuerde ese mágico lugar.

Volviendo al tema que me impulso a escribir este post, hace poco tuve la oportunidad de probar esos deliciosos mangos, había olvidado lo deliciosos que me parecían, lo tanto que me encantaba esta fruta tropical en su estado natural, sin los preservantes, ni químicos que les agregan para venderlas en los supermercados. Tuve el placer de volver a tener en mis manos y poder saborear al igual que antes esa deliciosa fruta, sentir ese olor tan peculiar que emana de su frescura. Empecé a degustarla como lo haría una señorita educada, con el cuidado necesario para no mancharme, su sabor era el mismo pero no pude recordar que era lo que tanto me gustaba de esta fruta, así que decidí probarla como en las viejas épocas, llevandome directamente a la boca la fruta como si fuera una manzana, cada vez más me afanaba más por descubrir que era lo que me atraía tanto pero era en vano, era como si el encanto se hubiese desvanecido, era como si esa fruta no fuese un mango o algo peor... como si ya no fuese yo esa niña, como si nunca lo hubiese sido...

Traté de revivir desesperadamente esos momentos felices, pero todo fue en vano, no había esa satisfacción, no había esa felicidad, no había esa plenitud... no había nada

Me sentí perdida por un instante, pero luego recordé que todo cambia, evoluciona y lo más importante transmuta... como el amor no se pierde, no desaparece simplemente cambia...

Me gusta el mango, pero creo que ha perdido ese encanto en mí. Ahora de todas las frutas la que ejerce cierto encanto en mí es la maracuyá, deliciosa, refrescante, polifacetica, y al igual que el mango es una fruta amarilla tropical que aunque no puedo comer como el mango tiene su encanto y sus beneficios también...

... y a tí, de todas las cosas de tu pasado,
que es lo que ya no te da la misma sensación que antes?

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lunes, enero 30, 2006

No te ha pasado que...


Existe algo en tu pasado
que era lo más espectacular del mundo
y ya no lo es?,
por ejemplo una fruta...


Cuando era niña e iba de visita a casa de mis abuelos en vacaciones no podía dejar de comer mangos, me encantaba sentarme en el piso del gran patio y pedirle a los niños de esa gran casona que me regalaran esos deliciosos mangos que se veían en lo alto de los árboles tan provocativos e inalcanzables por mi condición de frágil mujer.

En mi familia -y muchas otras- subirte a un árbol siendo niña no se ve muy bien, eso se deja para los niños; aunque debido a factores como el tiempo, la necesidad de diversión y la escasez de amiguitas poco fue el tiempo que viví dependiendo de los niños para lograr mi objetivo... si, aprendí las artes de malabarismo como el más experto de aquellos niños, pues no quería deberle favores a estos principitos, pero esto ya es otra historia...

Luego de la muerte de mi abuelo, perdí la costumbre de viajar al pueblo, aunque siempre he extrañado la paz y tranquilidad que viví en ese lugar, no tuve excesos pero tenía lo que necesitaba, libertad, amistad, amor y la naturaleza me rodeaba. Todo eso lo perdí al no tener más razones para visitar ese lugar, puedo decir que perdí todo contacto con mi infancia y que desde entonces me hace feliz cualquier cosa que me recuerde ese mágico lugar.

Volviendo al tema que me impulso a escribir este post, hace poco tuve la oportunidad de probar esos deliciosos mangos, había olvidado lo deliciosos que me parecían, lo tanto que me encantaba esta fruta tropical en su estado natural, sin los preservantes, ni químicos que les agregan para venderlas en los supermercados. Tuve el placer de volver a tener en mis manos y poder saborear al igual que antes esa deliciosa fruta, sentir ese olor tan peculiar que emana de su frescura. Empecé a degustarla como lo haría una señorita educada, con el cuidado necesario para no mancharme, su sabor era el mismo pero no pude recordar que era lo que tanto me gustaba de esta fruta, así que decidí probarla como en las viejas épocas, llevandome directamente a la boca la fruta como si fuera una manzana, cada vez más me afanaba más por descubrir que era lo que me atraía tanto pero era en vano, era como si el encanto se hubiese desvanecido, era como si esa fruta no fuese un mango o algo peor... como si ya no fuese yo esa niña, como si nunca lo hubiese sido...

Traté de revivir desesperadamente esos momentos felices, pero todo fue en vano, no había esa satisfacción, no había esa felicidad, no había esa plenitud... no había nada

Me sentí perdida por un instante, pero luego recordé que todo cambia, evoluciona y lo más importante transmuta... como el amor no se pierde, no desaparece simplemente cambia...

Me gusta el mango, pero creo que ha perdido ese encanto en mí. Ahora de todas las frutas la que ejerce cierto encanto en mí es la maracuyá, deliciosa, refrescante, polifacetica, y al igual que el mango es una fruta amarilla tropical que aunque no puedo comer como el mango tiene su encanto y sus beneficios también...

... y a tí, de todas las cosas de tu pasado,
que es lo que ya no te da la misma sensación que antes?

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"Ni puedo ajustarme a un modelo, ni ser modelo para nadie; pero puedo eso sí, formar mi propia vida a mí manera y esto es lo que voy a hacer, cualquiera que sea el resultado. No represento ningún principio, sino algo más maravilloso, algo que uno lleva dentro, algo vivo, cálido, que grita de alegría y que pugna por salir"
Lou Andreas Salomé

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