... "trato de imaginarme como será Jorge Mario que debe ser una estampa de lo bello, como un mango de lo bueno que está -como exclamarían extasiadas las mujeres de mi tierra-, una chimba de hombre -como susurrarían sotto voce las cachacas a su paso-, todo grandote con su pechote peludo y su mirada como de ángel descuartizado, vestido con ropas finas, de marca conocida, manejando su Golf a toda velocidad por la circunvalar mientras escucha en su equipo blaukpoint Unbreak my heart a todo volumen, y la gente que se abre a su paso cuando lo ve llegar con su caminado de macho seguro, pero Jorge Mario, todo arrogante con su vestido Armani y su corbata unicolor de Gucci, sin mirar a nadie, avanza ante las dificultades de la vida sereno, dueño de sus actos y de su vida, y la gente admirándolo por lo frío ante la adversidad, pero sin saber que cuando llega a mi apartacho me envuelve entre sus brazos para que lo consienta y le haga cuchicuchi en los pieses (como dice una amiga corroncha), y le acaricie el rostro mientras él deja salir un par de lágrimas por lo dura que es la vida, y yo le hago arrumacos en la cabeza, y dejo que sus cabellos se deslicen entre mis dedos, y lo acaricio de nuevo, y le digo <>, y él me sonrie con una sonrisa de niño bueno que no mata una mosca, y ya no llora más, y ya no se queja de que la vida es muy dura y vuelve a ser el macho que era cuando entró a mi vida y se quedó en ella, y cuando yo me convencí de que nadie está solo en primavera, ni en verano ni en otoño ni en invierno, y que la vida merece ser vivida siempre que tengamos un buen camajo a nuestro lado."
(Fragmento) AL DIABLO LA MALDITA PRIMAVERA de Alonso Sánchez Baute