martes, noviembre 30, 2004

... y va de cuento

En casa, como en cualquier casa normal y respetable, había un ratoncito de esos grises que nadie quiere, aunque fuera muy bonito y tiernecito... por esa misma época, en el barrio apareció un gato de hermoso pelaje y bien cuidado para ser un gato callejero.

A sabiendas de que los gatos y los ratones nunca se han llevado, la mirada de este ratón logró cautivar el felino corazón de la minina de la casa, haciendo de esta una relación un poco inusual pero simbiótica. La gata muy juguetona y cariñosa siempre era muy celosa de los extraños pero con el ratoncito parecía hacer buena química.

Cierto día ví como la gata dejaba caer "accidentalmente" un poco de su comida al piso, casualmente cerca de donde estaba el ratón quien se apresuró a tomar el manjar que muy amablemente la gatita le habia cedido llevándolo a su guarida.

Era muy curioso verlos jugar, parecía que la gatita veía al ratón como algo delicado y valioso, por su parte el ratoncito adoraba a la gatita por todo lo que esta hacía por él de forma casi desinteresada.

El gato callejero parecía estar atraído por la gata pues se sentaba pacientemente en la puerta de la casa esperando que la minina apareciera.

Cierto día el gato aprovechó la ausencia de la gata y lastimo al ratoncito, cosa que hizo sentir muy culpable a la gata haciendo que esta se marchara de casa una noche cualquiera. Por ahí veo algunas veces al ratón muy triste mirando por la ventana con la esperanza de que la gata llegue un día así como se fue; del gato callejero no se sabe nada, solo que esperó por un tiempo a la gata en la puerta de la casa hasta que comprendió que no volvería a aparecer más.

En casa seguimos esperando a la hermosa gatica que con sus juegos y mimos alegraba a todos los habitantes de la casa. Incluso el perro que siempre parecía incómodo con la inconsciencia de la minina, extraña los maullidos y la mirada brillante y saltarina del querido animal.

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martes, noviembre 30, 2004

... y va de cuento


En casa, como en cualquier casa normal y respetable, había un ratoncito de esos grises que nadie quiere, aunque fuera muy bonito y tiernecito... por esa misma época, en el barrio apareció un gato de hermoso pelaje y bien cuidado para ser un gato callejero.

A sabiendas de que los gatos y los ratones nunca se han llevado, la mirada de este ratón logró cautivar el felino corazón de la minina de la casa, haciendo de esta una relación un poco inusual pero simbiótica. La gata muy juguetona y cariñosa siempre era muy celosa de los extraños pero con el ratoncito parecía hacer buena química.

Cierto día ví como la gata dejaba caer "accidentalmente" un poco de su comida al piso, casualmente cerca de donde estaba el ratón quien se apresuró a tomar el manjar que muy amablemente la gatita le habia cedido llevándolo a su guarida.

Era muy curioso verlos jugar, parecía que la gatita veía al ratón como algo delicado y valioso, por su parte el ratoncito adoraba a la gatita por todo lo que esta hacía por él de forma casi desinteresada.

El gato callejero parecía estar atraído por la gata pues se sentaba pacientemente en la puerta de la casa esperando que la minina apareciera.

Cierto día el gato aprovechó la ausencia de la gata y lastimo al ratoncito, cosa que hizo sentir muy culpable a la gata haciendo que esta se marchara de casa una noche cualquiera. Por ahí veo algunas veces al ratón muy triste mirando por la ventana con la esperanza de que la gata llegue un día así como se fue; del gato callejero no se sabe nada, solo que esperó por un tiempo a la gata en la puerta de la casa hasta que comprendió que no volvería a aparecer más.

En casa seguimos esperando a la hermosa gatica que con sus juegos y mimos alegraba a todos los habitantes de la casa. Incluso el perro que siempre parecía incómodo con la inconsciencia de la minina, extraña los maullidos y la mirada brillante y saltarina del querido animal.

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"Ni puedo ajustarme a un modelo, ni ser modelo para nadie; pero puedo eso sí, formar mi propia vida a mí manera y esto es lo que voy a hacer, cualquiera que sea el resultado. No represento ningún principio, sino algo más maravilloso, algo que uno lleva dentro, algo vivo, cálido, que grita de alegría y que pugna por salir"
Lou Andreas Salomé

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